14.9.06

Flamboyant

8.9.06

diario de viernes

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no quiero salir a escena
quiero llorar andando en bicicleta
al sol
que no haya colectiveros enojados

encuentro un vaso con restos de mandarina
pero no significa que pasaste por acá
es de ayer
de cuando esta tristeza tomó forma

es fácil que parezca que no está
pero emerge una y otra vez
en la clase de gimnasia
en los almohadones del sillón
cuando abro la heladera y se me va el hambre

por suerte la música hace que la tristeza parezca linda
quisiera confiar en alguien
pero me aíslo en mi nada
quisiera que alguien entre a salvarme por la ventana y me lleve a volar












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1.9.06

matambrito al piano negro






estoy escribiendo sobre un piano negro
es tan terrible como la frase que toca una mano desconocida
los pájaros trituran las últimas nubes del día con su espeso canto
del primer día de septiembre
no saben que estoy aquí marcando el pobre piano con un destornillador
buscando un verso inhallable
lo veo a él gorgeando como loco, llamando a muchos más de los que vienen
(no viene ninguno y él se va)
y sin embargo: ¡cómo cantó! ¿lo suficiente como para que saque a rachmaninoff?,
¿lo suficiente como para que me guste?,
¿o sólo le di tiempo para que cambie y ahora lo siento distinto?

queremos tener una noción clara de la realidad
saber qué está pasando, diríamos
queremos saber que tenemos en toda situación
poder de contenernos o desbordarnos según nuestra audacia o nuestra cobardía,
pero el miedo manda

es un espejo negro en que nos vemos frente a un piano
incapaces de tocar, sumidos en un terror musical que se apodera de lo erguidos que podríamos estar
soñamos con una salvación, la infidelidad o alguna borrachera cuyo contenido vamos a olvidar
pero no abrimos la puerta, la tapa del piano, y adentro queda la ilusión de escuchar
una melodía finísima como un hilo con que envolvemos el matambrito de lo que querríamos acariciar

















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